Nuevos envases antibacterias
Nuevos envases antibacterias
Los envases activos incorporan materiales con efectos antioxidantes o antimicrobianos que pueden utilizarse en infinidad de productos y que en algunos casos permiten alargar su vida comercial.
El envase, estructura externa de los alimentos, sirve para protegerlos y para dar información a los consumidores. La tecnología del envasado es una de las más activas en la industria alimentaria moderna. Por una parte, se buscan materiales y tecnologías que abaraten el proceso y, por otra, que puedan tener acciones complementarias, como que se puedan rotular o imprimir imágenes y colores. A todo ello se le une la presencia cada vez más generalizada de materiales con efectos antioxidantes o antimicrobianos, los denominados materiales activos, en los que se incorporan elementos que pueden actuar de forma positiva en el producto envasado.
Los compuestos orgánicos ejercen funciones antimicrobianas y antioxidantes. En el caso de los aromas, en lugar de añadir un aromatizante dentro de la bolsa cuando se cierra para que cuando el consumidor la abra perciba el aroma, pueden desprenderse poco a poco del propio envase, lo que permite que una vez abierta la bolsa no se pierda todo el aroma. Esto puede ayudar a disminuir incluso la cantidad de aditivos en la formulación del alimento.
Normalmente intervienen dos tecnologías a la hora de introducir los compuestos en el envase activo: o se anclan directamente sobre un soporte o bien se introducen en un soporte sólido. La cuestión está en el anclaje o la inmovilización de algunos compuestos, es decir, inmovilizar sobre el plástico el componente o los componentes que se quiere que actúen. Para conseguirlo deben establecerse distintas etapas; se pueden añadir en el proceso de polimerización, en el de manufactura del polímero y en el polímero terminado.
En el caso de sustancias antioxidantes es necesario que se liberen hacia el alimentos para ejercer su acción. En conservantes se buscará que esa transferencia sea mínima y controlada. En consecuencia, se tendrán que establecer las tasas de transferencia y las tolerancias máximas para que no se produzcan problemas potenciales para la salud de los consumidores.
Fuente: Consumaseguridad
JOSÉ JUAN RODRÍGUEZ JEREZ
ES-0644