Plumas de pollo en lugar de cartón
Aparecen las primeras empresas interesadas en comercializar el invento de fin de carrera del joven ingeniero Jordi Aymerich
Jordi Aymerich, un recién licenciado de la Escuela de Ingeniería de Terrassa, ha conseguido un nuevo material de compostaje a partir de la reutilización de plumas de pollo. La investigación, hecha en el laboratorio de la propia universidad, permite obtener este material final mezclando las plumas del animal con un plástico biodegradable. Ahora el objetivo “es llegar a comercializar el producto final”, explica Aymerich.
Y parece que su deseo está cerca de convertirse en realidad. De momento, ya hay una empresa que ha avalado la investigación y, según el director del proyecto, Fernando Carrillo, “se está tramitando una propuesta a nivel europeo, donde hay un consorcio de empresas que están interesadas en el material”.
Carrillo apuesta por el futuro de este material de compostaje, que podría tener aplicaciones industriales. Debido a la ligereza de las plumas, “el material se podría utilizar en la obtención de paneles térmicos para la construcción y para el packaging, como substituto del cartón”, señala.
Carrillo considera que gracias a este nuevo material se puede dar salida a las plumas de pollo que se generan – en todos los mataderos del mundo se producen más de 5 millones de toneladas de plumas de pollo al año, 100.000 toneladas en España -. Además, las plumas de este animal cuentan con una proteína llamada queratina, que posee buenas propiedades de aislamiento térmico y acústico, lo que favorece todavía más su uso.
El trabajo del ingeniero Aymerich se enmarca dentro del proyecto COMPLUMAS, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. Además es la primera vez en nuestro país que se utilizan las plumas de pollo para desarrollar un nuevo material de estas características.
Trabajo intensivo
Esta investigación forma parte del proyecto de final de carrera de Aymerich– que ha sido premiado por el Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales de Barcelona – y desde el principio fue todo un reto para él. “Cuando me propusieron poder investigar con plumas de pollo me interesó mucho, ya que se han hecho muy pocas investigaciones de estas características”, apunta. El producto final le ha llevado mucho tiempo de trabajo, ya que ha estado en el laboratorio todas las tardes, durante tres meses seguidos porque, según dice, “ha habido que hacer muchas combinaciones para que todo saliera bien”.
Pero como se suele decir en estos casos, el esfuerzo merece la pena y la carta de presentación de Aymerich no puede ser mejor. De hecho, casualidades de la vida, una semana después de presentar su proyecto, una empresa le ha llamado para empezar a trabajar como ingeniero.
Fuente: La Vanguardia
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